martes, 2 de octubre de 2018

La identidad personal

¿Quién soy yo? Esta pregunta es frecuente pero la respuesta es tan inusual que se podría considerar una pregunta retórica. Es una pregunta que nos solemos hacer con regularidad cuando nos sentimos inseguros o no sabemos cómo tomar las riendas de nuestra vida.

No obstante, este artículo no pretende ser un ensayo filosófico existencial sobre el ser, ni pretende dar una respuesta trascendental que te hará reinventarte. Simplemente mostraré lo que la Psicología tiene que decir sobre la identidad y cómo ésta determina en gran parte nuestra conducta.

Identidad: algo que nos define
Con un simple vistazo a diferentes perfiles en las redes sociales podemos ver las pequeñas descripciones que hacemos de nosotros mismos. Hay quien se define como estudiante, futbolista, reportero, cinéfilo; mientras que otros se definirán como una persona alegre, simpática, divertida, curiosa, pasional, etc.

Como puede observarse, estos dos tipos de definiciones son las más comunes y presentan una diferencia fundamental entre ellas. Unas personas se definen por los grupos de los que forman parte, mientras que otras se definen por sus rasgos personales. La Psicología define el autoconcepto, el yo o “self” como un mismo constructo formado por dos identidades diferentes: La identidad personal y la identidad social.


Prevenir de la Conducta Impulsiva

En psicología, la impulsividad se define como una estilo cognitivo que se caracteriza por predisponer a la persona a actuar de manera considerablemente rápida, inesperada y desmedida, lo que implica una falta de reflexión previa y una incapacidad para prever los efectos o consecuencias que sus actos pueden suponer.

A continuación veremos una serie de recomendaciones para no dejarnos llevar siempre por nuestros impulsos:

1. Conocer que la provoca
El primer paso para iniciar una serie de cambios en nuestra manera de actuar impulsiva es saber qué estímulos o situaciones provocan estas conductas. El motivo es que siempre nos va a ser mucho más fácil evitar aquello que podemos predecir.

Una buena forma de empezar es realizar un registro de todas aquellas situaciones en las que hemos actuado de manera impulsiva, anotando qué situación o estímulo ha provocado dicha respuesta, cómo nos hemos sentido y cuál ha sido nuestra reacción o forma de actuar.

De esta manera, seremos conscientes de los eventos y emociones que potencian nuestra impulsividad, por lo que al detectar estas situaciones con tiempo podremos responder de manera más eficaz.

2. Contar hasta tres
En el momento en que seamos conscientes de qué situaciones generan todo tipo de respuestas impulsivas en nosotros seremos capaces de comenzar a cambiar la forma en la que reaccionamos.


La principal característica de la impulsividad es que la respuesta se da de manera muy rápida sin dar lugar a ningún tipo de reflexión, por lo tanto nuestro primer paso será aprender a retrasar la aparición de dicha respuesta.

Aunque parece más fácil de decir que de hacer, solamente con intentar dejar pasar unos pocos segundos, nuestro cerebro es capaz de reflexionar brevemente y nuestras emociones se verán mucho más calmadas. Por lo que mejoraremos nuestra capacidad de manejar la tensión, las emociones y los pensamientos que provocan la respuesta impulsiva.

Para que esto sea efectivo y se convierta en rutina debemos realizar esta pauta de manera constante en todas las situaciones, independientemente de la premura o necesidad.

3. Generar autoinstrucciones
Por desgracia, en muchas ocasiones ocurre que, aunque hayamos conseguido llevar a cabo las dos pautas anteriores, nuestra impulsividad puede surgir de la misma manera. Ya que gracias a ellas podremos retrasar nuestra respuesta pero no hacer que desaparezca.

Por lo tanto. ¿qué podemos hacer para conseguir responder igualmente de manera eficaz? Hacer uso de las autoinstrucciones. Decirnos a nosotros mismos qué pasos podemos dar o cómo vamos a responder ante una situación nos permitirá reflexionar sobre ella y percibir si se trata de una reacción efectiva o no.

Elaborar unas dinámicas de lenguaje interno, o incluso verbalizar en voz alta, nos permite ser conscientes de nuestros pensamientos y, por lo tanto, corregirlos con mayor facilidad.

Artículo relacionado: "Las 10 técnicas cognitivo-conductuales más utilizadas"

5. Aprovechar nuestra energía
En algunos casos, el problema de la impulsividad viene dado por un exceso de energía en la persona, la cual la libera en los momentos menos adecuados. Sabiendo esto, las personas que sientan identificadas con este patrón de conducta pueden encauzar esta energía mediante la realización de ejercicio físico.

Actividades que suponga un alto gasto de energía pueden ser útiles para aprender a controlar nuestra impulsividad y utilizarla solamente en aquellos momentos en los que realmente sea oportuna.

6. Intentar relajarse
En aquellos casos en los que la persona sea incapaz de canalizar su exceso de energía, puede probar a disminuir la tensión que esta genera. Realizar ejercicios de relajación, meditación o actividades como el yoga, nos permitirán mantener un estado natural de relajación que ayudará a disminuir las respuestas impulsivas.

Igualmente, si nuestra rutina diaria se caracteriza por ser muy estresante, es muy posible que nuestra tendencia a actuar de manera impulsiva sea mayor, por lo tanto intentar disminuir los niveles de estrés mediante una buena organización de la jornada acompañada de pequeños ejercicios de relajación rutinarios también resultará de gran ayuda para la persona.

Artículo relacionado: "6 técnicas de relajación fáciles para combatir el estrés"


7. Pensar alternativas
Al ser conscientes de nuestra forma de actuar, podremos elaborar pautas de actuación y pensamiento alternativas. Si conseguimos realizarlas estas conductas las veces suficientes llegarán a convertirse en hábito y reducirán el problema de la impulsividad.

8. Ser consecuentes
Si tomamos en serio las consecuencias de nuestros actos, así como de la magnitud o el efecto que nuestras conductas pueden generar en otras personas, seremos más capaces de reflexionar antes de actuar.

Prevenir Adicción a los Videojuegos

Nuestros hijos cada vez pasan más tiempo consumiendo videojuegos algo que no es malo si se hace de forma responsable y controlada. Pero si no se toman algunas medidas, su uso puede ser nocivo y generar graves consecuencias al punto de interferir con la vida personal y generar problemas de salud como la obesidad.

Conoce las estrategias para prevenir la Adicción a los Videojuegos:

Control del tiempo. No todo debe ser tecnología, se deben respetar los espacios de otras actividades como el estudio, la familia, el deporte, los amigos, leer o escuchar música. No existen reglas generales pero expertos afirman que un tiempo no mayor a 60 minutos son más que suficientes para evitar cansancio visual, ansiedad y ocupación del tiempo en una sola actividad. También se deben establecer los días de la semana para poder jugar: un día a la semana, solamente los fines de semana, etc.

No son la única entretención. Niños y adolescentes deben tener claro que los videojuegos son una actividad más y no la única. Para ello el trabajo y acompañamiento de los adultos es fundamental. Si se logra generar un ambiente familiar que tiene abiertas las puertas a más actividades de ocio y entretenimiento esto favorecerá el desinterés por los videojuegos

¡Estar atentos a cualquier cambio! A los mejor su hijo ya es adicto a los videojuegos y usted no se ha dado cuenta. Esté atento a las conductas, estados de ánimo, tiempos, comportamientos, respuestas a ciertas situaciones.

Para todo hay una edad. Como las películas y las series de televisión, así como las aplicaciones móviles, los videojuegos tienen una clasificación según contenido y edad apropiada. Las clasificaciones de la Junta de Clasificación de Software de Entretenimiento (ESRB, Entertainment Software Rating Board) proporcionan una información concisa y objetiva acerca del contenido de los juegos de video y las aplicaciones para que los consumidores, en especial los padres, puedan tomar decisiones informadas. (Ver clasificación de los videojuegos).

Se debe evitar a toda costa comprar videojuegos violentos, sexualmente explícitos y groseros. Hay muchos juegos que sin usar esos recursos son muy entretenidos.

Menos tecnología, más amor y acompañamiento. Más que consolas, juegos, gigas y redes, todos los seres humanos, especialmente los niños y adolescentes requieren amor, protección, seguridad. Un abrazo o estar juntos jamás podrá ser reemplazado por la mejor consola o el dispositivo más novedoso.

Prevenir Violencia Familiar

La violencia familiar se caracteriza por golpes, gritos, insultos y la manipulación emocional. Las víctimas de este tipo de situaciones suelen tener dificultades para identificar este maltrato.

Prevenir la violencia familiar:

-Infórmate del tema

Al principio puede parecerte inútil, pero te sorprenderías de la cantidad de personas que desconocen aspectos cruciales sobre la violencia familiar.
Esa ignorancia puede transformarte en una víctima indefensa.
Leer publicaciones en distintos sitios web, o hablar con profesionales puede ayudarte a identificar y prevenir situaciones de violencia.

-Genera y fomenta un ámbito de respeto

Como integrante de la pareja y de una familia, siempre debes comunicarte con respeto. No hay razón ni circunstancia que justifique un maltrato físico o psicológico.
Ten presente que el respeto no solo implica hablar sin gritar por ejemplo, también significa saber aceptar las diferencias; ser tolerante frente a lo que no nos gusta, sin que eso implique que lo aceptemos a cualquier precio.

-No consientas la violencia física

Así sea una mera cachetada o un simple tirón de brazo, por ejemplo, nunca lo permitas. Si te ha ocurrido una vez, no permitas jamás que eso se repita.
La decisión de alejarte del agresor o incluso de presentar una denuncia por agresión física es tuya, y si deseas dar una segunda oportunidad también estás en tu derecho. Pero no confundas las situaciones, y lo más importante no te confundas tú.
Está probado que cuando se acepta esta situación una vez, comienza un proceso de “normalización de la situación”.
¿Qué significa esto? Qué comienzas a relativizar el daño y a pensar que tal vez no fue tan importante. Por no enfrentar otro tipo de problemas, comienzas a asumir este.

-Plantea claramente tus posiciones

La violencia física es la más evidente, pero la psicológica puede estar “camuflada” bajo diferentes formas y es mucho más frecuente de lo que se cree.
Muchas veces puedes caer en el grupo de las mujeres que por temor a perder a su pareja, optan por callar, por ser completamente sumisas. O simplemente piensan “no quiero generar más problemas”, “mejor le digo que sí y listo”.
Si piensas diferente, encuentra una forma de decirlo firmemente, con respeto y con claridad.

-Construye un proyecto de dos personas

Toma una actitud según la cual la pareja sea un proyecto de ambos miembros.
Comunica cómo te gustaría que funcione la vida en pareja y llegar a acuerdos. Existen muchos problemas que se pueden evitar si conoces cómo actuar.


Esto fortalece un espíritu de unión entre ambos, en el que los dos se sienten apoyados y compañeros de ese gran proyecto.

Prevenir Bullying

El “bullying” o acoso escolar constituye una forma de agresión verbal, física o escrita que genera un daño en otro individuo. Estos ataques suelen estar fundados en temas de género, orientación sexual, apariencia, discapacidad, raza o religión. Presente tanto en el aula y el patio de recreo como en las redes sociales y otros ámbitos externos a las instituciones, se trata de una situación que puede traer graves consecuencias psicológicas y físicas tanto en las víctimas como en los que incurren en este tipo de abusos.

Conoce las estrategias para prevenir el bullying:

1) Reconoce el problema
De acuerdo con la experta, los docentes deben educar a los estudiantes, padres, colegas y a la comunidad en general sobre la importancia de tomar en serio esta problemática y cómo reconocerla.

Además, debe establecer un plan de acción para responder a los maltratos que ve cada día, por más insignificantes que parezcan. Bajo ningún concepto debes recomendarles a las víctimas de los agravios que sean “menos sensibles” o que hagan un mayor esfuerzo por hacer amigos: esto no hace más que estigmatizar y culpabilizar al niño por lo que le está sucediendo.

 2) Involucra a los estudiantes
Una estrategia que recomienda Cohn-Vargas es fomentar un diálogo abierto con los estudiantes acerca del acoso y la intolerancia, mediante asambleas o foros “anti-bullying” y así dejar que ellos propongan ideas y discutan soluciones a los problemas. De esta manera, ningún alumno se sentirá ajeno a la problemática.

3) Convierte a los estudiantes pasivos en activos
Al participar en una discusión abierta sobre el tema, los estudiantes que no son víctimas ni victimarios directos del bullying, los “observadores”, tendrán más herramientas para sentirse involucrados y convertirse en agentes activos en contra de los maltratos.

Realiza juegos de roles explicándole a los alumnos cómo ponerse en el lugar del otro y ayudarse mutuamente a alzar la voz en contra del abuso de sus compañeros.

4) Promueve la tolerancia y la inclusión
Generar un ambiente inclusivo, seguro y tolerante en la clase es esencial para que los alumnos sientan que su identidad es respetada y valorada. Como docente, debes mostrar una actitud abierta a los estudiantes, de manera que ellos entiendan que pueden confiar en ti si están sufriendo situaciones de hostigamiento o violencia.

5) Presta atención a los agresores
De la misma manera que las víctimas, los niños responsables del bullying deben recibir atención y ayuda para disminuir su conducta agresiva. A menudo el atacar y sentir la necesidad de dominar a los compañeros responde a inseguridades propias e incluso a situaciones de violencia experimentadas en el hogar. Ignorar al agresor y solo enfocarse en la víctima es incompatible con una verdadera resolución del problema a largo plazo.
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